YO

Dienstag, 21. Februar 2012

¿Así o más frio?

¡Lo juro! de verdad que el invierno no me molesta, incluso me gusta. Lo que de verdad me pone los pelos de punta es que sea tan extremo y que dure taaaanto tiempo.
Vivir un invierno con temperaturas de hasta -20°C y con un pequeñin que ya no es un bebé pero tampoco es un niño no es precisamente lo más fácil de este mundo, o ¿será que estoy exagerando? no sé, por eso pensé que tal vez compartiendo nuestras experiencias podríamos encontrar un poco de consuelo y no sentirnos tan solas en nuestra desesperación (uyy! pero que dramática me escuché!). Chequemos entonces si coincidimos:
Sientes que estas agotada todo el tiempo?, ¿llevas días encerrada con un ser de apróximadamente 75cm, que vive pegado a tu pierna, que te persigue por toda la casa, que no te deja hacer nada? y cuando digo nada es nada, o sea, ni siquiera puedes ir al WC tranquilamente, cerrar la puerta y meterte con alguna revistilla, folleto o periódico o ¿porqué no? hasta con un cigarrito? y esto es, porque aquella criaturita te pesigue y si percibe que tienes algo entre tus manos, lo que sea, pues claro que quiere saber que es, digo, no precisamente porque quiera compartir contigo tus gustos literarios, sino porque quiere tener entre sus manitas ¡todo! ya sea para babearlo, comerlo, masticarlo, arruglarlo o simplemente arrojarlo lejos, y si, cuando ha logrado quitarte tu joya literaria insiste en que lo cargues – aunque tomando en cuenta la posición en la que te encuentras (sigues en el WC), pues resulta imposible – entonces ¿comienza a pellizcarte o a morderte las rodillas?, o todavía aun más doloroso ¿comienza a golpearte la espalda con la tapa del inodoro?.
Si has contestado que SI a casi todas las preguntas entonces quiere decir que estamos disfrutando de nuestra maternidad bajo un maravilloso clima berlinesco.
Pero aun así, y aunque el invierno es duro, pues una no se da por vencida y le haces frente a estas condiciones climáticas, piensas que para no deprimirte (más) sería bueno salir a dar un paseo y como te consideras una buena madre pues decides salir, motivandote con el reporte matutino del servicio metorológico el cual ha informado de un ascenso en la temperatura: de -17 a -11°C ¡que dicha!, por Dios
Y bueno, ya con semejante motivación te descubres analizando que salir a la calle a dar un paseito implica todo un reto, no sólo es vestirte, tomar tu bolsa, las llaves y ¡ya! ¡no señor!, se necesitan nervios de acero, una buena condición física, y los más importante convencerte a tí misma que es lo mejor para tu chiquito ya que como todo mundo lo dice: „la criatura necesita tomar aire fresco…ver gente“ (y que por cierto, la gente nativa de estas latitudes, suele, en mi opinión, confundir lo fresco con lo congelado), así el nene podrá distraerse un rato.
Ya convencida, intentas ponerle a la criatura toda esa montaña de ropa que necesita para no congelarse: unas mallas, un body, una camisa, un sueter, otro sueter por si las moscas, la chaqueta o trajecillo de invierno, el gorro, la bufanda y los guantes… los ¡benditos guantes! que no duran puestos ni tres segundos, porque claro, la criatura entre llantos y a grito pelado, los ha aventado por allá lejos y además dejándote bien claro que no tiene ni la más mínima intención de querer ponerse esas porquerías. Así que te das por vencida pero eso sí, terminas bañadita en sudor, con los nervios de punta y con ganas de morder a alguien.
Pero que bien!, lograste vestirlo? bueno y ahora el siguiente tormento: meterlo al cochecito. Así que vuelves a tomas aire (sigues bañada en sudor, porque tu también traes encima todo un equipo como para subir al Everest: ropa interior térmica, tu ropa del diario (la cual podrías usar literalmente diario y nadie lo notaría porque siempre sales uniformada, es decir, siempre el mismo abrigo y que ni de loca te piensas quitar aunque debajo andes bien fashion) gorro, bufanda, guantes, las bototas, la bolsa del bebe, tu bolsa… Ya finalmente logras sentarlo en su cochecito, ahora si, todo listo para dar la vuelta a la manzana, ya que con semejantes temperaturas pues seguramente no llegarás más lejos, porque sabes que comenzarás a sentir que tu mentón se entume, sentirás dificultad para hablar y notarás que una fuerza invisible te cachetea, te pica los ojos y te pellizca las orejas, bueno al menos que traigas puesto un gorro al estilo chavo del ocho, si, de esos que cubren también las orejitas.
Pero no importa, tu sigues adelante y en cuanto cruzas el umbral de la puerta, tu hijo se duerme, te asomas y lo ves ahí, durmiendo placidamente y enrolladito como tamal, entonces tu, ya relajada y contenta porque por fin lograste que se durmiera, comienzas a dar tu paseo mientras piensas: ojalá y se duerma dos horas!“ pero luego sigues pensando: ¡ching..! tengo que echarme casi dos horas en el frio dando vueltas como tonta!, miraras los aparadores del barrio, los cuales ya has visto miles de veces, tal vez hasta osas en preguntarte: y si me meto a un café? A lo que casi inmediatamente te contestas: ¿y si se despierta? Ay no, mejor no!! Asi que le sigues caminando.
Ya decidida a no dar marcha atras continuas caminando en ese frio asqueroso, porque sabes que bien valen la pena esas casi dos horas de tranquilidad para para estar solo contigo, para llevar un pensamiento hasta el final, y bueno… tan sola no estarás, ese bendito aire congelado te acompañara muy cerquita durante tus casi dos horas libres.